lunes, 28 de febrero de 2011

HAY QUE

 EL CAMINO, EL RECUERDO Y LO SAGRADO
Hay que recordar muy poquitas cosas que parecieran no existir.
Hay que recordar lo sagrado.
Hay que recordar quién se es.
Hay que encaramar lo sagrado en un lugar que sólo une alcance.
Hay que Caminar
Hay que estar en movimiento y preguntarse sólo por el propio camino.

EL DÍA, LOS MINUTOS Y LAS HORAS
Hay que hacer que el oficio, el aporte, la curiosidad, ElOtro sea más fuerte que el despertador para levantarnos cada mañana.
Hay que vivir un nuevo día, cuando el anterior no invitó a repetirse levantándonos.
Hay que cambiar la semana cuando el lunes no es una nueva oportunidad, sino un símbolo de la obligación vacía.
Hay que cambiar de vida cuando lo único deseable es su interrupción durante unas vacaciones.
Hay que vigilar las horas dedicadas a crear e interrogarlas por lo que crean. Hay que custodiar los minutos dedicados a sentir y examinar la calidad de sus sensaciones.
Hay que terminar cada noche con el privilegio del encuentro consigo mismo, donde las obligaciones cesan y si hay homenajes son con piel y si hay victoria es la versión de una sola cronista.

SERES QUERIDOS, EXTRAS Y LO JUSTO.
Hay que ser el propio consejero, olvidar cualquier potestad sobre la repartición de culpas y entrar solo al estrado sin posibilidad de suplencias.
Hay que dejarse de preguntar por la crueldad de los otros y ocuparse de la belleza de la que uno es responsable.
Hay que tratar los caprichos del éxito como un juego largo, la felicidad como un presente efímero, los seres amados como impostergables y el amor, en tanto siempre último y primero, eterno.
Hay que desaprender la estupidez de la mayoría para no privarnos de las minorías que colman nuestra vida.
Hay que tratar a la vida más como al arte que como a la ciencia: no se requiere representatividad o pruebas, sino de una sola herida fatal por donde entre la sabia de la belleza.
Hay que recordar los seres queridos en los comunes con ese brillo que nos enseñaron que tiene el Hombre y la Vida.

VALIENTES, VICTIMAS Y TRAUMATIZADOS
Hay que soñar más que recordar, actuar más que soñar y esperar menos que crear.
Hay que dejar de difamar el amor con antecedentes, pues nunca tiene.
Hay que dejar de exhibir las heridas al mundo porque el mundo infecta en todo vacío.
Hay que dejar de confundir la fortaleza con la esterilidad.
Hay que arriesgar el corazón para salvar el alma.

PREREQUISITOS
Hay que merecerse a sí mismo para merecer a otros.
Hay que olvidarse de que la gente se posee o se pierde, porque no hay nada distinto que dos amantes puedan compartir que camino.
Hay que superar el tonto consuelo de que alguien nos perdió o desaprovechó nuestra posibilidad y oferta (porque nadie va extrañar nuestra miseria cuando la calidad de nuestros deseos es el arrepentimiento del otro).
Hay que amar mucho antes que ser amado y entibiar con el amor a muchos más que la preferida.
Hay que terminar de hacerse o exponer la esencia.

MÉRITOS
Hay que forjar en silencio y modestia los atributos y confesar a muy pocos que lo merezcan los defectos.
Hay que conceder a un grupo pequeño de que siempre puede contar con uno y enseñarle al ser amado que cualquier incumplimiento con ellos es un descuartizamiento personal.
Hay que cumplir siempre con algunas tareas esenciales aunque eso complique todo y nos represente una desventaja.
Hay que hacerse necesario para la vida, útil para los otros sin que lo sepan, o estar al servicio de una ficción intercambiable por nada.
Hay que requerir cada vez menos para querer, desear con menos necesidad y observar y detectar al Otro ya sin miedo.

FIN DEL SIMULACRO
Hay que olvidarse de los concursos, de las colecciones, de la exhibición y vivir la conquista como la batalla final, por un lugar que por absoluto no se deja sortear, por una sensación que por ser la muerte, pero la muerte también de la mortalidad, no se deja relativizar.
Hay que desear mucho, saber algo único de ese deseo y empezar muchas frases con quiero.
Hay que encontrarse. 

miércoles, 23 de febrero de 2011

Compañera



LA VERDAD SOBRE EL AMIGO Y EL NOVIO


La amistad es el fruto maduro de la simpatía, un tipo de atracción que se solidifica en la admiración y se sostiene en la complicidad. Por tradición (no tanto por definición) la amistad no incluye deseo carnal y tal vez no requiera de éste, pero sin duda puede sobrevivir con éste y después de su aparición.

Estoy intentado protestar en esta página contra la amistad reducida a premio de consolación, rebelarme a los que usan la palabra para referirse a un nacimiento en el terreno de las insuficiencias de la vida que son las mismas de las insuficiencias del deseo. Típicamente, los amigos y las amigas se construyen, ocupan su lugar, en un lugar en el que no hay genitalidad, he ahí que esta construcción se dé fuerte en la disposición del sexo contrario al deseado (mismo sexo en heterosexuales), más allá de la convención de la edad o de la monogamia que censura nuestro deseo por el amigo.

El estado clásico de la amistad es entre dos hombres y hoy se erigen nuevas mitologías del hombre homosexual como gran amigo de la mujer heterosexual. Mi tesis (con experiencia propia) es que la consagración de la amistad tiende a abrirse campo hacia el deseo de pareja, a menos que una naturaleza pura la detenga. Y esta naturaleza no es una lógica fría que asume al ser preferido como de alguien más o alguna dificultad logística como la edad o la distancia, sino que reside en el nervio bruto de las pulsiones más intensas.

De un lado se ve sospechoso un hombre destinado a mejor amigo (y sólo eso) de una mujer deseable y de otro desconcierta y decepciona mucho la construcción que han venido haciendo las mujeres para decretarle al apasionado la frontera, techo y plomada de la amistad, como si la amistad se dejara enjaular y meter en las reglas de un juego definido desde sus límites. La amistad no se contenta con llegar a medio camino porque la amistad no sabe de prohibiciones, la amistad no incorpora desprecios relativos porque la amistad es el milagro de ser absolutamente bienvenido y el arte de dar la bienvenida en lo cotidiano y en el largo camino donde el tiempo no afecta la devoción.

La apuesta debería ser porque la pareja fuera la amiga reverberante. En las bases hay ese conocimiento pausado, tranquilo que da la falta de posesión, donde florece la contemplación y se rebelan lentamente secretos y, ya sin miedo, la seducción es la propia convicción por cumplir las promesas no pronunciadas y en la cúspide, o cúpula, yergue el deseo desbocado como un fruto maduro que nutre las libertades.

sábado, 5 de febrero de 2011

Símbolos




¿QUIÉN NO QUIERE?

¿Quién no quiere locura compartida? 
¿Quién no quiere uno ojos, sin horario, para naufragar?
¿Quién no quiere llenar cada día con un entusiasmo crucial, participar de la intensa belleza en cada hora?
¿Quién no quiere dejar de guardar, ser valiente y gastar lo que hay?
¿Quién no quiere que la vida alcance?
¿Quién no quiere una fuente inagotable que conjure el apocalipsis y que nos salve de la sed por siempre? 
¿Quién no quiere recordar de qué está hecha la vida e inflamar su sentido con todas las sensaciones que revienten el corazón?
¿Quién no quiere emprender el último viaje y zarpar con la compañía preferida? 
¿Quién no quiere la asunción del eternamente acompañante? 
¿Quién no quiere un amor por el cual explorar, un amor en movimiento, una compañera de camino?
¿Quién no quiere la libertad sin el costo de la soledad?
¿Quién no quiere ser tomado como un pájaro entre abrigadoras manos, como quien se dejar caer en un abismo con amparo? 
¿Quién no quiere llegar a un lugar donde descansar profundamente? 
¿Quién no quiere menos paredes y más hendiduras, menos suelo y más nubes?
¿Quién no quiere un código construido entre dos, alguien para darle el mapa, habitar la vida del otro?
¿Quién no quiere ese día sagrado de tregua para permitirse ser profundamente débil? 
¿Quién no quiere un testigo de nuestra vida y alguien que interceda por nuestra alma en el mismo infierno? 
¿Quién no quiere una última caricia, una mano que cierre los ojos, la cálida piel que nos desprenda del frío del terror cuando lo necesitemos? 
¿Quién no quiere dejar de pretender, dejar de calcular?
¿Quién no quiere otro que no sea límite, sino camino y sueños posibles?
¿Quién no quiere encontrarse bienvenido totalmente en el Otro y llamar patria a ese lugar donde podamos estar juntos?
¿Quién no quiere que cese la necesidad de demostrar?
¿Quién no quiere una licencia para dejar de tener cuidado, gritar la verdad primera y la última?
¿Quién no quiere ese cuerpo supremo inagotable en su deseo y en el tuyo? 
¿Quién no quiere una tregua y jugar sin que anochezca, retozar con todos los relojes rotos como niños insomnes?
¿Quién no quiere que la pasión nos haga mezcla de bestias y dioses sin pasar por la razón humana, confundiendo carne y alma?
¿Quién no quiere ser un espíritu que supera el cuerpo en el cuerpo del Otro?
¿Quién no quiere estar ante lo radicalmente propio tras la conquista donde se apuesta el alma y luego nos transfigura?
¿Quién no quiere encontrar esa certeza en el cuerpo del Otro como pasión por la vida?
¿Quién no quiere visitar cada ciudad para encontrar ese rincón a donde llevar al Otro?
¿Quién no quiere dedicar las horas imprescindibles del oficio a un refugio (un mundo) para una única alma de las que se deriven el resto?
¿Quién no quiere fluir como un río sin causes?
¿Quién no quiere ser notado, luego reconocido y por último inmaculado?
¿Quién no quiere ser descifrado en el pasado pero asombroso en el presente y enigmático en el futuro?
¿Quién no quiere dejar ser definitivo intensamente en el otro?
¿Quién no quiere reconocer el olor de la inmortalidad?
¿Quién no quiere despertarse día a día junto a la divinidad?
¿Quién no quiere un encuentro, una alianza y un fervor para pronunciar para siempre? 
¿Quién no quiere una última vez como la primera vez?
¿Quién no busca vivir, amar y ser amado?
¿No se trata de que lo real, lo imaginario y lo simbólico se una, como -sólo por milagro- relumbra el cuerpo, la alianza es incuestionable y el juego de los sueños inagotable?