jueves, 15 de diciembre de 2011

Obituario: Álvaro Camacho (G.D)

Por: Gustavo Duncan.

Al hacer investigación social sobre la Colombia de las últimas décadas es imposible no remitirse a una generación de autores que han marcado nuestro trabajo. Algunos de ellos no solo los he leído sino que he tenido el privilegio intelectual de haberlos conocido: Francisco Thoumi, Fernán González, Alejandro Reyes, Francisco Leal, Gonzalo Sánchez, Marco Palacios, entre otros tantos que quizá olvide mencionar. Pero con uno de ellos tuve además una amistad entrañable. De esas amistades de verse una vez a la semana o cada quince días a reírse un poco, hablar boberías, tomarse unos tragos de single malt, bañarse en la piscina de su casa en la Vega y muy eventualmente hablar de nuestro tema de investigación. Con Álvaro Camacho quien falleció hace unos pocos días tuve eso: los momentos insignificantes que construyen una entrañable amistad.

Este obituario quiero hacerlo solo sobre el afecto de mi familia con Álvaro. De su trabajo intelectual ya se encargarán sus textos y los de otros autores que como yo hemos sido influenciados por su trabajo. Tanto así que ahora intento escribir con la menor cantidad posible de comas. Cuando Álvaro corregía mis textos masacraba las comas. Sostenía que la influencia de la escritura en inglés nos estaba llevando al extremo de usar comas antes de la conjunción ‘y’. Quizá era solo una de sus tantas neurosis pero mis textos quedaban mucho mejores luego de sus sugerencias. Podría referirme también a sus cualidades personales. Su integridad y su generosidad en el ámbito académico donde se vive a codazo limpio eran proverbiales. Pero imagino que muchos quienes no fueron cercanos a él podrían estar en desacuerdo. Eso no es importante mencionarlo aquí.
Lo que realmente me importa es poder expresar el sentimiento de pérdida en lo personal que me deja la ida de Álvaro. De alguien que llamaba a mis hijos sobrinos y no les fastidiaba su ruido cuando hacíamos catas de whisky. Que hacía sentir cómoda a mi esposa a pesar de lo que poco se divierte con las charlas de intelectuales. Que prefería escabullirse a algún pequeño café a fumar tabaco y charlar en vez de hacer parte de conspiraciones para hacerse a puestos de poder y a recursos en una universidad. Y que trataba a mi padre quien era amigo de su hermano menor Ricardo como otro amigo más. Bueno como los amigos del hermanito menor.    
Como Álvaro yo poco creo que exista alguna cosa después de la muerte pero si existe algo me gustaría volver a encontrarnos. A Nora, Ricardo, Juanita, Miguel y a su nieta Julia solo les puedo ofrecer el saludo más fraterno de alguien quien apreció y quiso a su esposo, hermano, padre y abuelo. Hasta siempre Álvaro. Muchas gracias por todo mi hermano.          

viernes, 26 de agosto de 2011

EL MONO Y EL FUTURO


El éxito y la felicidad son muy distintas.

Los occidentales del norte, las (ex) colonias del sur y peor los orientales compitiendo con los occidentales, subordinamos la felicidad al éxito. Somos una sociedad mundial de teatreros que perdió la comunión con el público con la televisión.

En el sur decimos “si dios nos tiene con vida”, pero ya no es tan importante ser visto por dios, aquello tan central (tan mono) se va debilitando (¿aquí en Medellín se le dirá mono a dios por ser rubio y colono o por ser monolítico?) y queda ser visto en tv.

¿Hasta cuándo luchar? ¿Hasta cuándo aplazar esas vacaciones, esa conversación ese té sin celular?

En el norte hasta los 70 años, hasta terminar de pagar la hipoteca y ser un pequeño rico enfermo: dinero sin erección (es grosero, pero en realidad ¿París blando, en la dulzura del mediterráneo sin sal, en un bosque húmedo seco?)

Por ahora, odio a los turistas y no quiero ser uno. 

domingo, 24 de abril de 2011

NO SON (COLOMBIA)

No son los políticos actuales Colombia. No son los “próceres” Colombia, mientras más reviso la historia. No son las palabras, ni esa palabra Colombia, Colombia. No me cabe Colombia en una palabra tan peninsular. No sabés cuanto me alivió comprender que los violentos no son héroes, no son los violentos Colombia. Colombia es un pedazo de ciudad, es más una comida que un régimen, es más un aprendiz que un dictador. Es una carretera sin ley y sin infracción, es alguien que fue contra toda excepción, es más una averiguación que una certeza y es más un despabilado que un adulador (lambón). Es una mamá o su sustituto, es el mejor padre que no concibió, es la mano con callos del abuelo, es la buena vida del que no anda con negocios, es un pescador. Colombia no es miedo pero frecuentemente es desesperación; Colombia es un accidente pero con una herida al azar que enferma amor. Colombia es una excepción. Los narcos no son, los corruptos no son, los uniformados no son, los congresistas no son, los pillos no son. No son, no son. 

Mano de Colombia

miércoles, 20 de abril de 2011

OFICIO PEREGRINANTE

He aprendido que hay que estar en movimiento, que la mejor imagen para entender y entenderse es caminar. Caminar es, como la literatura, no conformarse con la realidad, pero también es la humildad de fluir, ensayar con paciencia pero sin dejar de disfrutar y explorar con la ambición más profana: la curiosidad libre (la propia).
“Antiguos navegantes tenían una frase gloriosa: navegar es necesario, vivir no es necesario (…). Vivir no es necesario, lo necesario es crear.” (Pessoa). Más allá de un rostro y de una posición, el periodista tiene un oficio y su oficio resplandece si logra narrar haciendo útil, proporcionando mundos posibles, verosímiles sí pero no necesariamente existentes. El periodismo por estar al otro lado del poder, por tener que ubicarse por fuera del establecimiento para cumplir con su función de reportería a toda costa, es como diría Mangabeiro una labor de imaginación. Aunque el periodismo trabaja con base en la realidad, la realidad incluye lo imaginario, lo real y lo simbólico y su proceso de iluminarla y de contrastarla es un peregrinaje creativo.

lunes, 28 de febrero de 2011

HAY QUE

 EL CAMINO, EL RECUERDO Y LO SAGRADO
Hay que recordar muy poquitas cosas que parecieran no existir.
Hay que recordar lo sagrado.
Hay que recordar quién se es.
Hay que encaramar lo sagrado en un lugar que sólo une alcance.
Hay que Caminar
Hay que estar en movimiento y preguntarse sólo por el propio camino.

EL DÍA, LOS MINUTOS Y LAS HORAS
Hay que hacer que el oficio, el aporte, la curiosidad, ElOtro sea más fuerte que el despertador para levantarnos cada mañana.
Hay que vivir un nuevo día, cuando el anterior no invitó a repetirse levantándonos.
Hay que cambiar la semana cuando el lunes no es una nueva oportunidad, sino un símbolo de la obligación vacía.
Hay que cambiar de vida cuando lo único deseable es su interrupción durante unas vacaciones.
Hay que vigilar las horas dedicadas a crear e interrogarlas por lo que crean. Hay que custodiar los minutos dedicados a sentir y examinar la calidad de sus sensaciones.
Hay que terminar cada noche con el privilegio del encuentro consigo mismo, donde las obligaciones cesan y si hay homenajes son con piel y si hay victoria es la versión de una sola cronista.

SERES QUERIDOS, EXTRAS Y LO JUSTO.
Hay que ser el propio consejero, olvidar cualquier potestad sobre la repartición de culpas y entrar solo al estrado sin posibilidad de suplencias.
Hay que dejarse de preguntar por la crueldad de los otros y ocuparse de la belleza de la que uno es responsable.
Hay que tratar los caprichos del éxito como un juego largo, la felicidad como un presente efímero, los seres amados como impostergables y el amor, en tanto siempre último y primero, eterno.
Hay que desaprender la estupidez de la mayoría para no privarnos de las minorías que colman nuestra vida.
Hay que tratar a la vida más como al arte que como a la ciencia: no se requiere representatividad o pruebas, sino de una sola herida fatal por donde entre la sabia de la belleza.
Hay que recordar los seres queridos en los comunes con ese brillo que nos enseñaron que tiene el Hombre y la Vida.

VALIENTES, VICTIMAS Y TRAUMATIZADOS
Hay que soñar más que recordar, actuar más que soñar y esperar menos que crear.
Hay que dejar de difamar el amor con antecedentes, pues nunca tiene.
Hay que dejar de exhibir las heridas al mundo porque el mundo infecta en todo vacío.
Hay que dejar de confundir la fortaleza con la esterilidad.
Hay que arriesgar el corazón para salvar el alma.

PREREQUISITOS
Hay que merecerse a sí mismo para merecer a otros.
Hay que olvidarse de que la gente se posee o se pierde, porque no hay nada distinto que dos amantes puedan compartir que camino.
Hay que superar el tonto consuelo de que alguien nos perdió o desaprovechó nuestra posibilidad y oferta (porque nadie va extrañar nuestra miseria cuando la calidad de nuestros deseos es el arrepentimiento del otro).
Hay que amar mucho antes que ser amado y entibiar con el amor a muchos más que la preferida.
Hay que terminar de hacerse o exponer la esencia.

MÉRITOS
Hay que forjar en silencio y modestia los atributos y confesar a muy pocos que lo merezcan los defectos.
Hay que conceder a un grupo pequeño de que siempre puede contar con uno y enseñarle al ser amado que cualquier incumplimiento con ellos es un descuartizamiento personal.
Hay que cumplir siempre con algunas tareas esenciales aunque eso complique todo y nos represente una desventaja.
Hay que hacerse necesario para la vida, útil para los otros sin que lo sepan, o estar al servicio de una ficción intercambiable por nada.
Hay que requerir cada vez menos para querer, desear con menos necesidad y observar y detectar al Otro ya sin miedo.

FIN DEL SIMULACRO
Hay que olvidarse de los concursos, de las colecciones, de la exhibición y vivir la conquista como la batalla final, por un lugar que por absoluto no se deja sortear, por una sensación que por ser la muerte, pero la muerte también de la mortalidad, no se deja relativizar.
Hay que desear mucho, saber algo único de ese deseo y empezar muchas frases con quiero.
Hay que encontrarse. 

miércoles, 23 de febrero de 2011

Compañera



LA VERDAD SOBRE EL AMIGO Y EL NOVIO


La amistad es el fruto maduro de la simpatía, un tipo de atracción que se solidifica en la admiración y se sostiene en la complicidad. Por tradición (no tanto por definición) la amistad no incluye deseo carnal y tal vez no requiera de éste, pero sin duda puede sobrevivir con éste y después de su aparición.

Estoy intentado protestar en esta página contra la amistad reducida a premio de consolación, rebelarme a los que usan la palabra para referirse a un nacimiento en el terreno de las insuficiencias de la vida que son las mismas de las insuficiencias del deseo. Típicamente, los amigos y las amigas se construyen, ocupan su lugar, en un lugar en el que no hay genitalidad, he ahí que esta construcción se dé fuerte en la disposición del sexo contrario al deseado (mismo sexo en heterosexuales), más allá de la convención de la edad o de la monogamia que censura nuestro deseo por el amigo.

El estado clásico de la amistad es entre dos hombres y hoy se erigen nuevas mitologías del hombre homosexual como gran amigo de la mujer heterosexual. Mi tesis (con experiencia propia) es que la consagración de la amistad tiende a abrirse campo hacia el deseo de pareja, a menos que una naturaleza pura la detenga. Y esta naturaleza no es una lógica fría que asume al ser preferido como de alguien más o alguna dificultad logística como la edad o la distancia, sino que reside en el nervio bruto de las pulsiones más intensas.

De un lado se ve sospechoso un hombre destinado a mejor amigo (y sólo eso) de una mujer deseable y de otro desconcierta y decepciona mucho la construcción que han venido haciendo las mujeres para decretarle al apasionado la frontera, techo y plomada de la amistad, como si la amistad se dejara enjaular y meter en las reglas de un juego definido desde sus límites. La amistad no se contenta con llegar a medio camino porque la amistad no sabe de prohibiciones, la amistad no incorpora desprecios relativos porque la amistad es el milagro de ser absolutamente bienvenido y el arte de dar la bienvenida en lo cotidiano y en el largo camino donde el tiempo no afecta la devoción.

La apuesta debería ser porque la pareja fuera la amiga reverberante. En las bases hay ese conocimiento pausado, tranquilo que da la falta de posesión, donde florece la contemplación y se rebelan lentamente secretos y, ya sin miedo, la seducción es la propia convicción por cumplir las promesas no pronunciadas y en la cúspide, o cúpula, yergue el deseo desbocado como un fruto maduro que nutre las libertades.

sábado, 5 de febrero de 2011

Símbolos




¿QUIÉN NO QUIERE?

¿Quién no quiere locura compartida? 
¿Quién no quiere uno ojos, sin horario, para naufragar?
¿Quién no quiere llenar cada día con un entusiasmo crucial, participar de la intensa belleza en cada hora?
¿Quién no quiere dejar de guardar, ser valiente y gastar lo que hay?
¿Quién no quiere que la vida alcance?
¿Quién no quiere una fuente inagotable que conjure el apocalipsis y que nos salve de la sed por siempre? 
¿Quién no quiere recordar de qué está hecha la vida e inflamar su sentido con todas las sensaciones que revienten el corazón?
¿Quién no quiere emprender el último viaje y zarpar con la compañía preferida? 
¿Quién no quiere la asunción del eternamente acompañante? 
¿Quién no quiere un amor por el cual explorar, un amor en movimiento, una compañera de camino?
¿Quién no quiere la libertad sin el costo de la soledad?
¿Quién no quiere ser tomado como un pájaro entre abrigadoras manos, como quien se dejar caer en un abismo con amparo? 
¿Quién no quiere llegar a un lugar donde descansar profundamente? 
¿Quién no quiere menos paredes y más hendiduras, menos suelo y más nubes?
¿Quién no quiere un código construido entre dos, alguien para darle el mapa, habitar la vida del otro?
¿Quién no quiere ese día sagrado de tregua para permitirse ser profundamente débil? 
¿Quién no quiere un testigo de nuestra vida y alguien que interceda por nuestra alma en el mismo infierno? 
¿Quién no quiere una última caricia, una mano que cierre los ojos, la cálida piel que nos desprenda del frío del terror cuando lo necesitemos? 
¿Quién no quiere dejar de pretender, dejar de calcular?
¿Quién no quiere otro que no sea límite, sino camino y sueños posibles?
¿Quién no quiere encontrarse bienvenido totalmente en el Otro y llamar patria a ese lugar donde podamos estar juntos?
¿Quién no quiere que cese la necesidad de demostrar?
¿Quién no quiere una licencia para dejar de tener cuidado, gritar la verdad primera y la última?
¿Quién no quiere ese cuerpo supremo inagotable en su deseo y en el tuyo? 
¿Quién no quiere una tregua y jugar sin que anochezca, retozar con todos los relojes rotos como niños insomnes?
¿Quién no quiere que la pasión nos haga mezcla de bestias y dioses sin pasar por la razón humana, confundiendo carne y alma?
¿Quién no quiere ser un espíritu que supera el cuerpo en el cuerpo del Otro?
¿Quién no quiere estar ante lo radicalmente propio tras la conquista donde se apuesta el alma y luego nos transfigura?
¿Quién no quiere encontrar esa certeza en el cuerpo del Otro como pasión por la vida?
¿Quién no quiere visitar cada ciudad para encontrar ese rincón a donde llevar al Otro?
¿Quién no quiere dedicar las horas imprescindibles del oficio a un refugio (un mundo) para una única alma de las que se deriven el resto?
¿Quién no quiere fluir como un río sin causes?
¿Quién no quiere ser notado, luego reconocido y por último inmaculado?
¿Quién no quiere ser descifrado en el pasado pero asombroso en el presente y enigmático en el futuro?
¿Quién no quiere dejar ser definitivo intensamente en el otro?
¿Quién no quiere reconocer el olor de la inmortalidad?
¿Quién no quiere despertarse día a día junto a la divinidad?
¿Quién no quiere un encuentro, una alianza y un fervor para pronunciar para siempre? 
¿Quién no quiere una última vez como la primera vez?
¿Quién no busca vivir, amar y ser amado?
¿No se trata de que lo real, lo imaginario y lo simbólico se una, como -sólo por milagro- relumbra el cuerpo, la alianza es incuestionable y el juego de los sueños inagotable?

jueves, 27 de enero de 2011

PARA UNA PEREGRINA

DE PARTE DE QUIEN ENCUENTRA PUREZA EN ANDAR

Lo de ayer, lo de hoy y lo de mañana, es lo máximo que uno puede controlar. A veces los milagros se asoman y esos tres días aparecen en más de una temporada, pero no vale la pena hacer muchos planes, tratar de ver más allá, ni esconderse en un recuerdo: no se puede ver del futuro lo que no está tejido con el ahora y no se puede sentir ningún pasado que no se calienta con algo presente.

Claro que también hacemos magia, escapamos de la conspiración y somos conjuradores, cabalgamos bien a pelo la bestia de las coincidencias y esos tres días se unen unos a otros y desde lo más mortal sentimos el infinito, nada higiénico, pura extravagancia.

Hablamos de un infinito mortal que es caminando, es jadeando y ensucia. Sentido puro sin destino. Con los ojos encharcados, el corazón galopante, la sangre caliente, la piel tibia, las papilas en flor y el brillo purificante del sudor que no se pone viejo.

Por ahí iba el recuerdo de ella para volver a empacar un morralito, pedir un taxi, agarrar un avión y a punto de caer o de volar meter la llave en la puerta de ese hotel. Era así de sencillo, si se cuenta con una mirada externa y descongestionada: calló rotundamente pero ya no mintió más. A él que ya no es El Otro sino un simple otro, ese otro, se le notificó su estado sin contundencia Y seguido de mucho silencio, ninguna explicación, ninguna compasión.

Él, ese otro, se había convertido en un invasor y ahora fantasma, pero había más agentes externos, más invasores, un papá (el primer hombre), frente a su familia, pero había habido ya una batalla interna, donde se había desarmado a todos devuelto pistolas de juguete que acompasaban su valentía, la recordaban libre y rotunda. Primero atravesó la tristeza de otro que no vale su libertad y luego la puerta paterna porque no andaba en puntas. Ella llevaba fuego: llevaba silencio pero no se escondía.

Dejando la ciudad, en el aeropuerto, pensaba en sus planes, esa forma sofisticada con la que aparte de bella y estimada también iba a ser una mujer equipada con todo, profesional, exitosa ¿y entonces el trabajo final? Todo eso cuenta, su cabeza no puede parar pero ya no la detiene, sólo ella sabía que contaba, no se vuelve charla la logística cuando uno vibra de ficción y se está dedicado a los símbolos: esas cosas se hacen después, después si se sobrevive Porque ir al amor, es como ir a un desbarrancadero, ir a una muerte veloz y tajante que no es fin sino comienzo, mezcla pura con todo.

Perdida como todos, encuentra los frutos de su valentía cuando gira la manigueta de esa puerta y él está en ese cuarto muy azul y un poco naranja, sentado al borde una cama tendida que es lo único que tiene ese cuarto de ventana grande que se choca contra una pared de ladrillo y todos los ocres y morados del atardecer. En ese segundo largo, ella se apropió de esos ojos oscuros y hondos, muy hondos, sintió una respiración profunda y tibia con más boca que nariz Una boca amarga que sonríe sin límite y permiso, pero con algo de dedicación exclusiva. Ignoraba que su corazón se movía dentro de él como la vida que se quiere follar a la muerte, como un buen morir, quitándole licencias a la muerte que a veces nos hace vivir sin sentido Morir entonces de tanta vida.

¿Quién podía prohibirle esas manos, quién podía negarle la dulzura que le producía la sutil forma como estaban organizados los bellos de su brazo (en una sóla dirección) hasta cubrirle una parte de la mano?

¿Qué puede haber más nuestro que un secreto con cuerpo y olor que sólo puede recordar la complicidad y nadie más puede, siquiera, imaginar? ¿Quién podía cambalachearle la pasión que sentía por esos huesos chocando contra su cuerpo, apresados en su carne?

Hay que gastarse lo que hay, sólo es postergable lo que no está vivo.